• Nace en la Ciudad de México en 1950, Su infancia la pasa en México hasta la edad de 10 años. Estudia sus primeros años en la Ciudad de Oviedo, España. Posteriormente en 1966, cambia de residencia a Kingston Inglaterra. En 1970 regresa a vivir a la Ciudad de México donde se establece hasta 1985 para después radicar en la Ciudad de Cuernavaca.

Inicia sus estudios de pintura en la Academia Rembrandt bajo la supervisión del maestro Luis Ramos en 1963. Durante su residencia en Inglaterra participa activamente como alumna en los talleres de dibujo libre de la Academia de Artes Plásticas de Kingston, Inglaterra. Ingresa a la Universidad Iberoamericana en 1974, realizando estudios libres de dibujo, así como de figura humana. En 1983, ingresa como discípula y ayudante del maestro Enrique Criach, durante 5 años, donde perfecciona sus técnicas pictóricas en el estilo realista y dibujo de figura humana, así como de escultura monumental urbana, entre los años 1987 a 1990 tomo cursos de dibujo y pintura con motivos de naturaleza muerta y flores, en la ex-hacienda de Cortés en Cuernavaca Morelos, adicionalmente participo en los talleres de acuarela impartidos por el Maestro Fernando Turu durante 1990 y 1991. Para el año 1998 curso un año de mural en acrílico, con el maestro Manuel Gillen en la ciudad de México.

Ya radicando en la Cd. De Cuernavaca participa en diversos cursos de dibujo y pintura, así como, en talleres del Instituto Regional de las Bellas Artes. Posteriormente, incursiona en la técnica del temple al huevo, caseína y encáustica bajo la tutela del Maestro y Restaurador José Carmen en el año 2000. A últimas fechas participo en el Taller intensivo de pintura en Vermont Studio Center, bajo la supervisión de diferentes críticos de arte, entre ellos: Tom Hanks y Rachel Knowlton.

Su obra ha sido reconocida por diversos medios informativos, entre los cuales, podemos mencionar, el Periódico Excelsior, El Universal, Novedades, Semanario de Educación Ciencia y Cultura. Dentro de los medios televisivos, ha contado con espacios en: La Entrevista con Lucero Solórzano Zinser, así como otras notas cubiertas por los medios, durante las exposiciones , y otras entrevistas.

SENSIBILIDAD Y TALENTO EN LA PINTURA DE MARILY CASAS

“Es primitivo el hombre haber creado formas de expresión que utilizando un lenguaje simbólico, revelan presencia y esencia de cosas que si no son, deberían ser. En ocasiones privilegiadas, somos partícipes en el misterio de viajar por los caminos cromáticos de uno de estos modos de creación y comunicación y descubrir en ellos magia y belleza, manifestadas lo mismo a través de espontáneos está presente; y ellos delimitan formas que matizan con sensuales texturas, veladuras y empastes el espíritu oculto de otras formas.

Y ante nuestros ojos desfilan objetos en sitio equívoco, engañosa la proporción o perspectiva, transformados en símbolos de unmisterio místico y pagano; flores fantasmas de ellas mismas, multiformes los pétalos que en abigarrada competencia sueñan en robar aromas y trastornar colores de otras flores que quizás en algún lugar han existido; frutas que en su satinada superficie dejan rebelar nuestro antojo, renovado en el deseo por deleitarnos en sus jugosas pulpas, que guardan celosas el siempre conocido en incitante agridulce sabor de pecados nuevos y vicios viejos; aves que usufructúan exóticos ropajes de plumas que no les corresponden, para intentar el loco vuelo hacia cielos de un planeta que no es lo nuestro. Rostros y cuerpos que deambulan y se muestran desde un mundo que a fuerza de ser cotidiano ya no quiereserlo y se nos escapa.

En escenografías ubicadas en el límite que separa la vigilia del sueño, entre templos, casas, kioscos y extraños vegetales, se deslizan pequeñas marionetas alumbradas por una luna de lotería; una muerte en vano intento de espantar, una solitaria pareja, un posible ángel y algunos seres que nos remiten a un mundo religioso, integran las nostalgias que alientan en la artista; y si no, que nos lo aclaren esa cara que se pretende Décima Musa, o esa paloma Espíritu Santo que señala que ha llegado a la hora del llamado. Para el final de la cena, una carta espera ser leída. Y una República Mexicana tan pequeñita que podría viajar en el tren de aguinaldo que imaginó López Velarde.
Contemplemos un rato a ciertos personajes que llevan roles centrales en la múltiple representación: Niños sumergidos en una infinita tristeza, testigos de un mundo en el que comienzan a vivir, que no asimilan y que los ha hecho prisioneros, aherrojados con absurdos grilletes, con los brazos recogidos hacia ellos mismos en reminiscencia de la posición fetal, esperando inútilmente romper las cadenas para iniciar un viaje anhelado o para proporcionarse un refugio básico. Y otra vez la misma niña, que va dejando tras de sí sus recuerdos y presiente su tránsito por el aura rubia que la convertirá en la desnuda gatúbela y vuelva a ser aprisionada; todo al ritmo de la música que le marque el pequeño piano.

En el callado diálogo de las miradas nuestras con la mirada quieta, profunda y viva de los personajes aprisionados en su microcosmos de tela, óleo y sentimientos, es donde la comunión alcanza el clímax. Y si podemos escuchar esas voces del silencio, sabremos que hablan dirigiéndose a nuestro interior o hacia algo que está más allá. Y nos dirán de sueños, de ilusiones, de amores, de fracasos, esperanzas rotas. De lo que la vida cambia.

Solo que como en el viejo y sabio I Ching, las mutaciones no dirán nada al que no quiere o no puede comprender.

Todo lo anterior marcado con el signo de la belleza. Y no podía ser de otro modo, ya que si parafraseamos al filósofo que define que el hombre es producto de su circunstancia, tendremos que concluir que si física y espiritualmente Marily Casas es bella, en ella y de ella tiene que germinar, florecer y fructificar la belleza.”

Raúl Ortíz-Urquidi y C.
Enero de 1991

“No teme a ese cúmulo de emociones que a veces orillan al abismo de lo desconocido.

Al observarla sé que su mundo no es nuestro, penetrarlo en imposible, ella vive lo inexplorado.

Pinta dentro del halo de su propio alma, sin miedo a que esa energía la arroje a la locura, al placer o a la angustia, quizá vibra, quizá muere, yo sólo sé que está intensamente viva, hasta los extremos de nuestra propia envidia.

Es como un espíritu extraviado que no tiene límites para escalar las fronteras del dolor a su propio crecimiento. Ella encara y vive. Se brinca las convicciones del arte y de la vida, se atreve a la ambivalencia que la persigue, reta a la contradicción, deja caer las mascaras que la cubren.

Lo que para ella es real, para nosotros es ficción, como si nosotros fuéramos tierra y ella solo aire.”

Paula Roca.
Febrero de 1999.